Saturday, April 05, 2008

EL CUERPO DE CRISTO

En Nueva York, los ojos de un muchacho miran frenéticamente el tablero electrónico que anuncia los valores y sus diversos cambios. Se contagian de la locura que invade a los corredores de la bolsa de acciones más importante del mundo.
La frente y los cabellos castaños de un muchacho humilde en Uruguay son acariciadas con ternura por su novia Magdalena.
En el sur de Europa, otro muchacho, sin imaginar que locura está haciendo, boxea mientras su nariz sangra y sus pómulos están hinchados por los golpes recibidos. Pero todo sea por llevar el pan a su casa a la noche.
La boca y la mandíbula de un joven en el Líbano se mueven formando una sonrisa que a sus pequeños hijos hace reír también, a pesar del incesante bombardeo.
En alguna parte del continente olvidado, en África, el torso completo de otro joven, con sus brazos y manos incluidas, se inclinan para recoger un balde de agua que saciará la sed de la familia, al menos por un día.
De la cintura a los pies, pero en Nueva Zelanda, otro joven está inmerso en el mar pescando desde muy temprano para llegar a la noche con algo de alimento a la casa.

El muchacho de Manhattan, el de Uruguay, el de Europa, el de El Líbano, el de África y el de Nueva Zelanda, ignoran por completo que las partes de los cuerpos anteriormente destacadas de ellos, juntas, son las que, hace dos mil seis años pertenecían y eran iguales a las que formaban el cuerpo Cristo.
Esto lo ignorarán hasta el día en que el Padre se los manifieste, hasta el día de la segunda llegada de Dios al mundo terrenal, la llegada que es anterior a la tercera y última, que es la de la del Apocalipsis, la de la bestia, según nos dicen los textos bíblicos.
Ese día serán convocados de manera mágica, quizá en sueños, a reunirse en algún lugar, de manera milagrosa. Luego volverán a sus tierras y predicarán en sus continentes, sin esplendor, pero con entusiasmo, para dar una oportunidad más de salvación a éste mundo. Otra vez más serán convocados y se sacrificarán, de distintas formas, para lavar los pecados de la humanidad.
En un pasaje de la biblia se lee que la segunda llegada de Dios al mundo será menos esplendorosa y de otra forma a la que lo hizo Cristo.
Las igualdades de las partes físicas antes descriptas son un mero capricho de la omnipotencia.
Pocos años faltan para la reunión de los miembros iguales a Jesucristo. Pocos faltan también para la tercera llegada.

Quod scripsi, scripsi.

Argentina. Noviembre de 2006.