Sunday, April 08, 2007

DUENDE

Dentro de la vasta cantidad de seres mitológicos encontramos la figura del duende.
La gente de ciencia o como bien escribe en Crónicas del Ángel Gris Dolina, los Refutadores de Leyendas, descreen y condenan con desdén lo no comprobable. Los Hombres y Mujeres Sensibles, no sólo de Flores sino de todo el mundo, abren las puertas de la percepción y se dejan maravillar, ya sea que la maravilla provoque terror o placer.
Estas manifestaciones que le echan tierra al saber científico tienen diversas variantes, la existencia del duende es una.
En ésta ciudad del sur José Cifuentes es un ejemplo de Refutación.
En el bar de Rawson y Belgrano relataba su experiencia a los parroquianos del lugar, entre quienes me cuento. Luego de la reglmanetaria ginebra, entre Bensons que se consumían rápido y se aplastaban en el cenicero bols, en la gastada mesa del oscuro bar, relataba la historia. Una tarde noche del ochenta y pico me la refirió.
Ya un tanto viejo y días antes del retiro voluntario del periódico oficial del gobierno en el que trabajaba, recibió la visita en la recepción, en la que recibía avisos y notificaciones. Personajes de todo tipo desfilaban por el diario, pero éste, el duende, como Cifuentes lo llamó, no era un ser humano, aunque hablara, me dijo, y empinó otro vaso.
Luego chamuyó de corrido, en el bar sonaba un disco de Goyeneche, en la mesa contigua se jugaban frenéticos juegos de póker y las prostitutas se llevaban de uno a los afortunados al hotel de al lado.
Nuestra mesa pronto se vio ajena a todo eso, en algunos momentos sentía que Cifuentes no me hablaba, que se comunicaba con la mente, lo atribuí, en ese momento, a la borrachera.
El 31 de diciembre del 83, estando de turno en la recepción y ya a punto de cerrar el libro de actas, entró el ser. Enseguida el relator en cuestión se estremeció, las características no eran las que indican la mitología, faltaban las botas, el gorro y el trajecito estrafalario con los que se los suele representar, pero el cuerpo, la cara, no admitían dudas. De unos cuantos años ya, con orejas puntiagudas, manos extremadamente grandes, apenas superaba la mesa con su estatura. Pegó un salto y se sentó en la silla. Era un duende. Cifuentes había tenido un sueño de niño y ya lo conocía, dudaba del atributo de maldad que tienen los duendes pero lo comprobaría negativamente años después.
Vestido con ropa de campo lo miró con sus ojos grises, inexpresivos y el tiempo se detuvo un instante, hasta que volvió la marcha ineludible. El duende le dio la mano, fría, enorme, arrugada, con uñas largas y sucias. Con voz ronca pero apagada le dijo su razón, que olvidó, y le pidió que le anote el mensaje: Se ofrece peón para estancia. Dio un número de teléfono. Cifuentes pretendió hacerse el desentendido, en un vano intento por demostrar que no le inspiraba temor.
Anotó el mensaje, palabra por palabra, sin poder contener una leve indecisión en su mano, que temblaba. Anotó lo principal, pero olvidó lo esencial, al día siguiente, primero de enero, las rotativas se detenían y no había diario. Los avisos de trabajo eran por un día, por regla.
Mientras ésto sucedía, el tiempo parecía más lento, las voces de los demás empleados y los ruidos de la calle desaparecieron, eran ellos dos y nada más.
El duende no mostró hostilidad, como si su presencia sobrenatural ya fuera demasiado, cuando se fue, Cifuentes se percató que además de las pocas palabras se estableció entre ellos otro sistema de comunicación, mental, sin palabras. De todas maneras le comunicaba que le pasen el mensaje el día señalado, que el daño sería irreparable de no ser así. Volvió a darle la mano fría, saltó y se fue.
Enseguida Cifuentes sintió un punzante dolor de cabeza, salió a buscarlo porque recordó que al otro día no había diario. Dedicó el resto del día a buscarlo, no lo logró. Dedicó el resto de su vida a encontrarlo para pedirle perdón, no lo logró.
El atributo de maldad e injusticia que poseen los duendes, en el que coincide la mitología, no falló. En el 95, ya cansado de los agudos dolores de cabeza que apenas mitigaba con alcohol, el pobre Cifuentes se pegó un tiro en la casa abandonada del Chalet Huergo.

7 Comments:

Blogger monologo said...

Si en la casa blanca vive un mono, yo me pregunto cuanto duendes trabajan para él. Si esta conjetura fuera cierta,que tipo´s de duendes sería. Verdes, azules, rojos imposibles.

Una banana LSD ( La salvación delos Duendes)

3:10 PM  
Blogger PRODUCCIONES DEL GOLFO said...

Buenísimo. Y el pobre Cifuentes estaría entre nosotros si Hoffman hubiera pasado por el diario en su bici y le dejaba en el escritorio un par de bananas verdeazulrojas.

3:39 PM  
Anonymous Anonymous said...

Una banana LSD, riquisimo!

El duende un compadrito barbaro, amenaza con daños irreparables, voy a empezar a atribuir mi aguda cefalea a eso, porque lo mejorrr de todo es que tu duende es verdad.

Tenia mi aceptacion aun no reformado, pero ahora tiene una doble, buenisimo.

6:22 AM  
Blogger Sofia said...

No sé qué haría si me encontrara con un duende así, creo que le sonreiría como saludo,no sé si me atrevería a más.

En todo caso, creo que el duende sabía que al día siguiente no había diario...

Saludos y muchas gracias por tu visita.

5:37 PM  
Blogger ★ July in the sky with diamonds ★ said...

Muy bueno Juan ... pero en serio creen en duendes ?! mmm mm

8:54 AM  
Blogger PRODUCCIONES DEL GOLFO said...

Sofía:

El duende sabía, de ahí el atributo de maldad de todos los de su especie.

Julia:

El maestro Dolina, en sus Crónicas del Angel Gris, habla de los hombres sensibles (que postulan un mundo más bello, por así decirlo, en base a leyendas) y los refutadores de leyendas, que se encargan de refutar todo tipo de leyenda, empobreciendo y haciendo aburrido el mundo, o algo así.
Creo que hay algo en internet para leer.
Abogo por las leyendas, por el misterio, por la búsqueda incesante del amor, aunque convivan en mi la sensibilidad y las refutaciones. Tao se le dice. La contradicción interna que todos tenemos minuto a minuto, hasta el más versado hombre de ciencia. El ser humano es contradictorio por naturaleza, creo que no se ha ahondado mucho en ésto y que muchos toman con sorpresa cuando alguien se contradice. Creo que somos un manojo de contradicciones.
Déjese maravillar, aunque en el fondo tenga la ¿certeza? de que los duendes, los aparecidos, los muñecos que toman vida y demás, sean seres fantásticos. Y vaya a ver al maestro una noche al Paseo La Plaza, gratarola, no se arrepentirá.

12:00 PM  
Blogger iKon said...

He escuchado varias anécdotas, leyendos e historias de duendes... no creo, pero espero como quiera no toparme alguno si existiera.

El cuento me parecio excelente, como todos!!, sigue escribiendo por favor.

saludos

7:49 PM  

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